ESTIMULACIÓN DEL BEBÉ A TRAVÉS DEL JUEGO

Sabemos que los niños necesitan jugar, más aún, somos conscientes de que en ciertas fases de su evolución el juego constituye el contenido principal de sus vidas. Hablamos de niño pequeño como el niño que juega y de la primera infancia como la edad del juego.

El juego constituye para el niño, un lenguaje adecuado para la expresión de sus fantasías, de sus conflictos, de sus sentimientos, de su modo de captar y transformar la realidad; sirve para abordar situaciones conflictivas no toleradas, situaciones que el sujeto transforma para convertirlas en adecuadas para él. Además el niño a través del juego, aprende a conocerse a sí mismo, a los demás y al mundo que los rodea. Aparte de los conocimientos y habilidades que adquieren al jugar, se ejercitan en el uso del material de juego y en su propia actividad. El juego ofrece a los niños la posibilidad de desplegar su iniciativa, de ser independientes, en lugar de dejarse llevar por lo que ya está dado. Actúan de acuerdo con sus necesidades; se realizan a sí mismo; tienen ocasión de ser ellos mismos.

Durante el juego el niño encuentra situaciones apropiadas para ejercitar su poder, expresar su dominio y manifestar su capacidad de transformar un mundo real, experimentar un sentimiento de asombro gozoso ante el descubrimiento de lo nuevo y de sus posibilidades de invención. Esto representa una situación necesaria aunque no suficiente para la gestación y consolidación de un sentimiento de seguridad, matriz del proceso de la conquista de la propia identidad. La conducta activa que el niño pueda desarrollar durante el juego le hará experimentar también un sentimiento de plenitud gozosa, nacido de la confianza en sus propias posibilidades conductales, asumirse con un rol protagónico en la compleja trama de las relaciones interpersonales, aceptar las propias limitaciones y resignarse ante lo imposible, para superar la engañosa trampa fantasmática que nace al quedar encerrado en un mundo imaginario.

No se debe subestimar el valor de las experiencias lúdicas para la formación de la personalidad, pues todo lo que los niños aprendan en este sentido por medio del juego, igual que los conocimientos y las habilidades que por él adquieren, luego lo transfieren a la vida. Tanto sus comportamientos como sus juegos van poniendo de manifiesto sus capacidades e inclinaciones hasta llegar a exteriorizar su particular modo de reaccionar ante el mundo y aquellas inclinaciones que, mucho más adelante, señalarían algunos rasgos de su futura vocación.

De la relación dialéctica sujeto – objeto, que se puede desarrollar durante el juego, nace en el ser humano la posibilidad de transformar la realidad y de crearla; transformaciones y creaciones que se hayan subordinadas al desarrollo cognitivo y a la capacidad creadora de cada sujeto.

Durante el juego el sujeto puede crear ante situaciones imprevisibles y nuevas, conductas que se gestan a partir tanto de sus posibilidades estructurales como de su historia personal y su dinámica afectiva. Las crea por estimar que lo conducen al éxito y una vez efectivizadas pasan a formar parte de él.

Así las conductas lúdicas satisfacen las necesidades de sentir-se, de dominar y transformar la realidad de acuerdo con sus propios deseos. El juego se constituye en el elemento mediador de comunicación. Compromete al cuerpo como eje, evolucionando hacia la relación del cuerpo con el objeto y hacia el otro, culmina en su evolución con el juego de reglas como un espacio entre lo externo y lo interno.

El juego es ámbito de verdad, ya que primero funciona como escenario del mundo interno, que articulado desde sus significaciones opera como espacio de lo verdadero para el sujeto. Este juego evoluciona hacia la inclusión de las condiciones de la realidad y es esto, lo que va dando el acceso al conocimiento de la verdad, definibles en términos de operatividad.

El juego es para el hombre el camino de transformación de la alienación interna y externa, desde la recuperación de la verdadera articulación entre la necesidad y la satisfacción.

El contenido del juego expresa un nivel de desarrollo instintivo, así como también un nivel de organización de las estructuras cognitivas (de pensamiento). El juego que se desarrolla en la niñez es sin duda alguna la mejor base para una adultez sana, exitosa y plena.

El niño se va involucrando en juegos cada vez más complejos, de acuerdo a sus adquisiciones, seguirán ejercitando las anteriores, más simples (aun cuando puedan implicarse en juegos más complicados) si esa repetición les resulta más accesible y agradable. Una de las condiciones del juego es que permite repetir sin medida lo que le resulta fácil y placentero.

Los juegos que surgen espontáneamente suelen favorecer mejores logros, dada su connotación afectiva. La recepción y la demostración de afectos tienen una grata cabida en los juegos que se desarrollan entre el adulto y el bebé. Estos juegos se realizan en dos niveles distintos: la persona adulta que establece, propone y hace jugar a la criatura y ella, que recibe gustosamente la posibilidad de compartir esas situaciones. Son juegos que darán lugar a un intercambio de propuestas y respuestas con un visible disfrute del niño y la satisfacción de la persona que mantiene con el bebé este tipo de interacciones. La satisfacción viene no sólo del juego en si sino también del interés genuino y sincero del adulto que lo alienta. Los juegos del dúo madre – hijo abrirán la mejor posibilidad de comunicación en el futuro.

La primera función del jugar es la construcción del propio cuerpo en relación con los otros. Puede decirse que, a partir del jugar, el chico se obsequia un cuerpo a sí mismo, apuntalado en el medio; así el entorno posibilita o obstruye, acelera o bloque, …. Los primeros juegos son juegos sin reglas. Las reglas aparecen con las primeras imitaciones, durante el segundo año, pero le hace falte un tiempo para liberarse completamente de esa forma inferior. Entre estos juegos no reglados de la infancia, los primeros son puramente funcionales; responde a movimientos voluntarios que el niño repite. En estos juegos interesa en primer lugar la mano; después el antebrazo y los seis meses y medio el brazo integro entra en juego. También diferenciará las sensaciones térmicas, los olores, los ruidos, las caras, las voces, es decir accederá al despertar de su sentido.

Más tarde interviene los juegos hedonísticos, en los cuales el niño busca procurar placer, por ejemplo causando un ruido. Luego los juegos de exploración y de manipulación de su cuerpo y del otro, juegos con la arena, con los animales, etc.

Antes de empezar con los juegos reglados, es necesario hacer un lugar a los juegos de un género particular. Ellos son los juegos de destrucción, con los cuales hay que relacionar los juegos de desorden. Estos juegos se aproximan a ciertos juegos que molestan, que son también desquites destructores; el deseo de molestar se expresa a menudo por la búsqueda de un desorden que fastidie al otro.

Junto a estos juegos se puede situar ciertos juegos de arrebato. Empujar lo más posible, gritar lo más fuerte, …. Le agregamos los juegos solitarios, como bajar una pendiente hasta perder el aliento, girar sobre sí mismo lo más rápidamente posible hasta la caída final. Es decir juegos de autoafirmación inferior.

Con la regla la afirmación de sí mismo adquiere un carácter distinto. Podemos distinguir entre los primeros juegos reglados: los juegos de imitación y los de construcción. Los primeros aparecen desde el segundo año. Se vincula al medio familiar y se amplia al medio social inmediato. Entre los 2-4 años los juegos de la madre y la hija, de la escuela, del almacén. Entre los 7-8 años los varones ya no imitan modelos humanos, sino que se hacen los osos, el lobo, el conejo, el auto, la moto,…. Los juegos de construcción comienzan muy temprano; los cubos tienen un atractivo especial entre los 2 a 4 años.

Los juegos de regla arbitraria, que se desarrollan a continuación hacia el fin de la edad preescolar y al principio de la escolar, conserva de los anteriores la noción de reglas. El niño puede crear reglas nuevas.

Desde los 7 años se ve aparecer juegos de un carácter nuevo, los juegos sociales.

Cuando los juegos de proeza llegan a una organización rudimentaria, se convierten en juegos de competición.

Desde los 10 años, se desarrolla los juegos de grupos organizados, los juegos tradicionales como ser la rayuela.

Para la mayoría de los niños, son los adultos los que entorpecen su actividad lúdica, aunque a menudo lo hagan con la mejor intención. Al subestimar el valor del juego en el desarrollo infantil, éstos no ofrecen a los pequeños las oportunidades adecuadas para jugar. La buena disposición de los adultos frente al juego, basada en el justo aprecio de su valor, es una de las condiciones más importantes para que los niños puedan aprovechar al máximo los beneficios del juego.

No es suficiente que el adulto se preocupe de que los niños puedan jugar tranquilos en su habitación o que participe ocasionalmente en sus juegos. A través del juego, los niños se interiorizan en el mundo circundante. Es importante que se posibilite el acceso a ese mundo y se le facilite su interiorización. Para el adulto lleno de ocupaciones es más fácil confiar al niño en su cuarto, provistos de abundantes juguetes, que admitir su presencia y participación en su tarea.

Es condición indispensable para que el juego pueda seguir su curso que el niño se enfrente con cosas nuevas para él y aprenda a dominarlas, entonces podemos decir que todo juego es siempre un aprendizaje. Las posibilidades de aprender que tienen los niños dependen de las oportunidades de aprender jugando que se les ofrezcan.

Tenga plena confianza en la capacidad de su niño para jugar. Si un niño juega, hay un lugar para un par de síntomas, si uno puede disfrutar del jugar, sea en soledad o en la compañía de otras criaturas, no se avecinan dificultades serias. Si en el juego emplea una rica imaginación y experimenta placer con las actividades que dependen de una percepción exacta de la actividad externa, usted puede sentirse bastante feliz, aunque el niño se moje en la cama, tenga rabietas….El jugar demuestra que ese niño es capaz, en un medio razonablemente satisfactorio y estable, de desarrollar una forma personal de vida y de convertirse eventualmente en un ser humano completo, deseado como tal y bien recibido por el mundo en general

Pero ojo también no hay ninguna perturbación severa o de cuidado o significativa en la infancia que no se espeje de alguna manera en el jugar.

EDAD

JUEGO

0-4 meses Las conductas lúdicas están presentes desde el momento de nacimiento. En este momento, se caracteriza por los ejercicios reflejos que expresan el montaje hereditario. Va actuando por simple placer funcional.

El interés está centrado en las manos y luego el antebrazos

4-8 meses Los juegos corporales le dan placer, juegan mano con mano y pie con pie. Se lleva los pies a la boca

Entre los 6-9 meses se interesa por objetos grandes

8-12 meses La acción del sujeto sobre los objetos es comprendido como resultado de esta actividad. Al «comprender» el resultado de la acción busca repetirlo. Por el simple placer de producir el fenómeno presente.

Al placer funcional se le agrega ahora el «ser causa» de los resultados de sus acciones

Va adquiriendo un conocimiento práctico del objeto.

Le divierten los juegos de aparecer – desaparecer

Entre los 9-12 si interesan por objetos más pequeños como ser una miguita.

12-18 meses El niño aplica intencionalmente y sistemáticamente esquemas (succión, prehensión,…) coordinados ya conocidos a objetos nuevos y realiza verdaderas combinaciones lúdicas.
19-24 meses Comienzo del juego simbólico, en el cual una situación se representa sin relación directa con el objeto que utiliza como instrumento, ya que éste sólo sirve de soporte para evocar lo ausente. Un ejemplo es el juego de «como si….» , la imitación diferida (sin que este presente el modelo, jugar a la mamá, al doctor,…)
2-3 años Juega hacer dormir a la muñeca, al oso,…

Toma una cajita y la desplaza sobre la mesa haciendo el ruido del auto

Juegos reglados

3-4 años El niño parte de combinaciones simples que van desde la transposición de escenas reales parciales a desarrollo cada vez más extendidos, hasta llegar a la construcción de verdaderas escenas complejas enteras. Se produce también la invención de seres imaginarios.

Combinaciones compensadoras: el niño intenta en estos comportamientos lúdicos corregir la realidad.

Combinaciones liquidadoras: el niño realiza en este tipo de juegos lo que no se atrevería a hacer en la realidad.

Combinaciones simbólicas anticipadoras: el niño trata de aceptar una indicación, un consejo, una orden, anticipando las consecuencias que sobrevendrían en caso de desobediencia.

4-5 años Los niños intentan copear la realidad con exactitud
6 – 7 años Juegos de regla arbitraria
6-7 años Juego de reglas como la rayuela, el ladrón y policía; que se trasmite socialmente de niño en niño.
Juegos sociales
9 años Juegos de competencia
10 años Juego tradicionales
Funciones del juego

Entendemos por funciones del juego aquellos ejercicios o actividades vitales que el mismo promueve por si en el transcurso de su desarrollo.

    Forma parte de la naturaleza intrínseca del juego, la sensación continua de exploración y descubrimiento.

  • El juego es un factor de permanente activación y estructuración de las relaciones humanas.
  • El juego es factor de acción continuada sobre el equilibrio psicosomatico. Es decir que es autorregulador, un equilibrante de las tensiones y/o presiones que sufre el individuo frente al medio.
  • El juego es medio fundamental para la estructuración del lenguaje y del pensamiento.
  • El juego estimula en la vida del individuo una altísima acción religante. Conecta, liga o une escenas con otras escenas vividas, de su propia historia y de la historia de su comunidad.
  • El juego posibilita una catarsis elaborativa inmediata. Sólo el juego permite convertir lo siniestro en fantasmático dentro de un clima de disfrute. Estimula la expulsión del conflicto y abre así nuevos espacios internos para el conocer y el comprender.
  • El juego permite una evasión saludable de la realidad cotidiana.
  • El juego posibilita a la persona aprendizaje.
  • El juego reduce la sensación de gravedad frente a errores y fracasos
Autor: CHOCOLETTE